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Retinopatía diabética

 
Dr. Jose Dalma
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Con el paso de los años, las altas concentraciones de azúcar en la sangre causan daño a los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, incluyendo a los de la retina. A esto último se le conoce como retinopatía diabética.

La diabetes mellitus es una enfermedad en la que el organismo es incapaz de utilizar el azúcar para su funcionamiento. El cuerpo fabrica una hormona llamada insulina que sirve para que las células del cuerpo puedan absorber el azúcar. Si esta hormona no se produce o no funciona adecuadamente sobreviene la diabetes mellitus. Esta enfermedad se caracteriza por presentar altos niveles de azúcar en la sangre, en ocasiones asociada a sed excesiva, hambre y aumento de la formación de orina. Con el paso de los años, las altas concentraciones de azúcar en la sangre causan daño a los vasos sanguíneos de todo el cuerpo, incluyendo a los de la retina. A esto último se le conoce como retinopatía diabética. Los ojos además pueden sufrir otros cambios por la diabetes como catarata, glaucoma y visión borrosa.

RETINOPATÍA DIABÉTICA

La retina es la capa que cubre al ojo por dentro. Está formada por una serie de células que son las responsables de recibir la luz y traducirla a impulsos nerviosos que el cerebro puede reconocer para formar una imagen. Como casi todos los tejidos del cuerpo, estas células se alimentan a partir de los múltiples vasos sanguíneos que las irrigan. En la retinopatía diabética, estos vasos se deterioran pudiendo presentar fugas de líquido o sangre, deformarse o hasta taparse, impidiendo así una adecuada circulación.

Cuando estos vasos presentan fugas, el tejido que los rodea se llena de líquido, lo cual impide su adecuado funcionamiento; esto se conoce como edema retiniano. Si los vasos se tapan dejan de llegar los nutrientes que las células necesitan y dejan de funcionar adecuadamente o mueren. El cuerpo, en un intento de restablecer la circulación, empieza a formar pequeños vasos nuevos (neovascularización). Desgraciadamente éstos son frágiles, crecen desordenadamente y se acompañan de tejido fibroso. Estos vasos nuevos sangran fácilmente enturbiando la visión. El tejido fibroso que crece junto con ellos tiende a encogerse, jalando a la retina fuera de su lugar, causando también una baja de visión. Esto se conoce como desprendimiento de retina traccional.

Se calcula que aproximadamente el 8% de la población mexicana tiene diabetes mellitus.

La retinopatía diabética se presenta en personas que han tenido diabetes por varios años. Cerca del 60% de los pacientes con diabetes por mas de 15 años presentan algún grado de retinopatía diabética. Ésta aparece más pronto y en ocasiones con mayor severidad en pacientes que desarrollan la diabetes desde la infancia o juventud: los diabéticos tipo I. Por lo general, la retinopatía diabética es leve y bajo la supervisión adecuada, no presenta grandes problemas para la visión pero un número importante sí tiene riesgo de quedar ciego por este padecimiento.

La retinopatía diabética se ha dividido en dos tipos por su grado de severidad: la retinopatía de fondo y la retinopatía proliferativa.

La retinopatía diabética de fondo de fondo se refiere a los cambios en los vasos sanguíneos de la retina. Estos cambios se observan como pequeños sacos que se forman en la pared de los vasos presentando fuga de líquido y obstruyendo la adecuada circulación de sangre. Cuando esta fuga de líquido se presenta en áreas importantes de la retina como la mácula (el área de la retina responsable de la visión central, fina), puede existir una baja importante en la visión tornándose borrosa. Otros vasos pueden sufrir cambios más severos por lo cual se cierran, impidiendo el buen funcionamiento de los tejidos.

La retinopatía de fondo es solo la fase inicial de la retinopatía diabética y, aun cuando en muchos pacientes estos cambios son estacionarios, existen otros en los que progresa a la retinopatía proliferativa.

La retinopatía diabética proliferativa se refiere a la etapa en que se empiezan a formar pequeños vasos sanguíneos para tratar de sustituir a los que se han tapado. Ésta es una etapa más avanzada y grave ya que, de no tratarse a tiempo, puede llevar a la ceguera definitiva. Como se mencionó antes, esta nueva formación de vasos puede llevar a sangrados en el humor vítreo -el líquido gelatinoso que rellena al ojo- y desprendimientos de retina. En ocasiones estos pequeños vasos de nueva formación crecen sobre el iris (la parte que da el “color de ojos”). Con esto se corre el riesgo de tapar el sistema de drenaje del líquido que normalmente se produce adentro del ojo y causar un alza en la presión del ojo. Esto se llama glaucoma y también puede llevar a la ceguera.

Existe una serie de circunstancias que pueden precipitar o agravar la aparición de la retinopatía diabética como la hipertensión arterial, el embarazo, los problemas de riñón causados por la misma diabetes, etc. Desgraciadamente la retinopatía diabética no causa síntomas hasta que generalmente ya se encuentra avanzada. En estos casos puede presentarse como una baja progresiva o repentina de visión, sin dolor y sin causa aparente. Pero estos trastornos oculares pueden pasar desapercibidos y solo descubrirse mediante un examen rutinario de la vista. De ahí la importancia de revisar los ojos de todo paciente diabético con cierta regularidad.

La mejor forma de vigilar la progresión de la retinopatía diabética es el examen ocular completo por un oftalmólogo (médico dedicado al cuidado de los ojos). Éste podrá diagnosticar la retinopatía diabética, revisarla con cierta regularidad y dar tratamiento en caso de que se requiera. En ocasiones se requieren estudios accesorios para el correcto manejo. El más común es la fluoroangiografía de retina. Este consiste en la inyección en la vena de un colorante vegetal que “pinta” los vasos sanguíneos de la retina al tiempo que el médico toma fotografías a través de una cámara especial. Con esto se puede descubrir cuáles son los vasos afectados, ya sea que fuguen o estén tapados y localizar adecuadamente los vasos recién formados. Esto sirve al oftalmólogo como mapa para planear adecuadamente el tratamiento. Otro estudio utilizado frecuentemente es el OCT (tomografía de coherencia óptica) con el cual podemos ver el daño a nivel microscópico, de la retina, ya sea edema o las consecuencias del cierre de los pequeños vasos sanguíneos.

El mejor tratamiento para la retinopatía diabética es el adecuado control de los niveles de azúcar, con el uso adecuado de los medicamentos y la dieta prescritos, así como la revisión regular por el oftalmólogo. En ocasiones, cuando la fuga de los vasos enfermos causa una baja de visión, ésta se puede cerrar mediante la aplicación de algunos medicamentos dentro del ojo o la fotocoagulación. Existen medicamentos que, introducidos dentro del ojo, pueden disminuir la fuga de líquido de los vasos anormales e impedir el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos. Se llaman anti-angiogénicos y se colocan mediante inyección generalmente indolora, dentro del ojo.

La fotocoagulación es un tratamiento realizado con láser para cerrar los pequeños vasos que presentan esta fuga. Cuando ya existe una retinopatía diabética proliferativa en ocasiones se indica un tratamiento de fotocoagulación pan-retiniana. Esto se refiere a la colocación de múltiples pequeñas aplicaciones de láser en la retina para tratar de detener la aparición y el crecimiento de los vasos nuevos anormales que pueden llevar a las tan graves consecuencias mencionadas anteriormente. Este tipo de tratamiento generalmente se lleva a cabo en 2 a 4 sesiones por cada ojo durante las cuales, con la pupila dilatada, se coloca un lente sobre la superficie anterior del ojo. Así, el oftalmólogo puede observar las zonas a tratar. Las aplicaciones del láser se perciben como una luz momentánea, muy intensa, que en ocasiones produce cierta molestia y que dejan al paciente deslumbrado por algunas horas.

Es común utilizar estos tratamientos en combinación para lograr el control de la enfermedad y la mejor visión posible. Con esto puede llegarse a detener la progresión de la enfermedad aun cuando, es normal, que después del tratamiento, que el paciente sienta una leve disminución en su visión de noche y una ligera molestia a la luz. No todos los pacientes con retinopatía diabética son susceptibles de tratamiento con láser. Cuando ésta a llegado a grados más avanzados como cuando ya existe una hemorragia en el vítreo o un desprendimiento de retina, es necesario realizar una vitrectomía. Ésta consiste en la remoción del humor vítreo (la substancia gelatinosa mencionada anteriormente) la cual se encuentra, en ocasiones, impregnada de sangre, y/o la remoción del tejido formado por los vasos nuevos que han jalado a la retina fuera de su lugar original. Con esto se trata de mejorar la visión y estabilizar el daño causado por la diabetes.

LA PÉRDIDA DE VISIÓN POR DIABETES SE PUEDE EVITAR. TODO DEPENDE DE UN DIAGNÓSTICO TEMPRANO Y UN TRATAMIENTO ADECUADO Y OPORTUNO.
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